En una noche mágica en el Metropolitano, Junior encendió la chispa de la esperanza al vencer 3-2 al Tolima. La brisa decembrina se mezclaba con los cánticos de los hinchas, que no dejaron de alentar en un duelo que tuvo tintes de hazaña.
El marcador se abrió temprano, cuando Didier Moreno, con un cabezazo certero al minuto 8, hizo vibrar el estadio. Era su octavo gol del año, un regalo anticipado para la afición tiburona. Minutos después, Carlos Bacca, con su olfato goleador intacto, marcó el segundo tras aprovechar un rebote. Junior parecía tener todo bajo control.
Pero el fútbol, como la vida, siempre guarda sorpresas. El Tolima, cual villano navideño, no se rindió. Yhormar Hurtado y Gustavo Adrián Ramírez pusieron el 2-2 en un abrir y cerrar de ojos, silenciando momentáneamente el Metropolitano. La eliminación acechaba y los corazones rojiblancos latían al compás del drama.
Fue entonces cuando Santiago Mele, el arquero uruguayo, se convirtió en el héroe menos esperado. En un último intento desesperado, corrió al área rival para buscar el cabezazo de la salvación. Aunque su remate fue despejado, Emmanuel Olivera apareció para empujar el rebote al fondo de la red, desatando una explosión de júbilo que iluminó la noche barranquillera.
El triunfo mantiene viva la ilusión de una final para Junior. Ahora deberá vencer al América en Cali y esperar un traspié del Once Caldas ante Tolima. La navidad rojiblanca aún puede brillar con una estrella más en su firmamento.
El Metropolitano fue testigo de una batalla épica, un recordatorio de que en el fútbol, como en la vida, nunca hay que perder la fe.