Acostumbrado a dar grandes batallas, el hoy abogado de las víctimas en procesos contra Álvaro Uribe Vélez, el barranquillero Miguel Ángel del Rio Malo, se encuentra de vuelta en su terruño con la meta de ofrecer otra gran lucha, ahora contra las castas políticas más emblemáticas del departamento de Atlántico.
Candidato a la Cámara de Representantes por el Pacto Histórico, lleva en su mano la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la corrupción.
Cursó su bachillerato en el Liceo Cervantes, abogado de la CUC y especializado en Ciencias Penales y Criminología de la Universidad Externado de Colombia, también incluyó dentro de sus propuestas, la implementación de tarifas diferenciales en el servicio de energía eléctrica.
En una entrevista con www.distritonoticioso.com, habló de la motivación para poner en pausa su exitosa carrera como abogado penalista, de sus ejes temáticos y de la vuelta a casa para dar otra gran lucha.
¿Qué lo motivó a suspender su carrera como exitoso abogado penalista y meterse a la política?
“La profunda desigualdad social motiva. Ver a lo largo y ancho del país y específicamente del departamento de Atlántico tanta pobreza.
Más allá de ese discurso que se ha creado en Barranquilla de que hay una evolución estética, que sí es cierta, sin embargo, siguen existiendo precariedades estructurales. Entonces esa desigualdad social me motiva a mí a dejar mi profesión y meterme de lleno en el campo de la política que es otra forma de servicio, que le puede llegar a muchísima más gente. El departamento de Atlántico es una prioridad. Es mi casa. Es el lugar donde desarrollé mi actividad profesional y es aquí en donde quiero hacer política e iniciar la política.”
¿Cómo termina un abogado barranquillero desarrollando su carrera en Bogotá?
“Yo terminé derecho en la CUC, en Barranquilla, y precisamente por esa falta de capacidad de empleo. Por la consecución de un camino profesional me tocó irme a Bogotá a probar suerte, una ciudad hostil, con las características que todos sabemos y sobretodo para un caribe, que se ve enfrentado a una forma diferente de cultura. Todo ese desarrollo siempre me traía a la costa. De hecho, mis grandes procesos profesionales nacen en Barranquilla. Entonces yo tengo una relación estrecha con Barranquilla. Mi trabajo me liga con Barranquilla, conozco las necesidades de Barranquilla porque jamás he perdido el contacto con ella y por eso fue que tocó formarme en Bogotá, hacer una especialización y aquí estoy en la casa trabajando por un mejor futuro para la ciudadanía.”
¿Usted qué le ofrece a la gente para que les diga venga y vote por mi?
“Yo he sido un defensor de Derechos Humanos. Soy un defensor de las víctimas y de esa manera la ciudadanía vulnerable es víctima de un sistema opresor. Yo vendo al departamento del Atlántico a ofrecer precisamente eso: una lucha despiadada en contra de la corrupción. A hacer control político desde el punto de vista de la prevención y la acción.
Hay un problema en la contratación pública que desangra el presupuesto de la nación y el control político es eso: vigilar que los recursos lleguen a donde deben llegar, educación y salud. Aquí es necesario modificar la ley de servicios públicos, no es lo mismo el consumo de energía en el Atlántico que en el interior del país. Entonces eso hay que modificarlo, hay que generar tarifas diferenciales. Hay que reforzar la educación pública en el departamento; hay que introducirse en ese tema que manejo con propiedad como es el de la justicia y elementos jurídicos en beneficio de la sociedad. Esos son mis ejes temáticos.”
En Barranquilla hay poder político consagrado. La oposición casi no existe. En ese contexto: ¿cómo enfrentarse a los contendientes políticos?
“Ese es un gran desafío. Yo he tenido en mi vida grandes desafíos. Hoy soy representante de víctimas en contra de Álvaro Uribe Vélez. Es decir que asumo los desafíos con entereza. La política termina siendo incluso más canibalista que el propio derecho penal en donde uno identifica a los enemigos, sin embargo, lo importante es dar la batallas y tener la capacidad para darlas.
Nos veremos enfrentados a toda suerte de obstáculos, pero, precisamente, dentro de mi construcción ética, ese es uno de los aspectos a derrotar, todas esas castas políticas que han dejado en la miseria el departamento del Atlántico y por eso para mí es perentorio dar la batalla en mi casa.”
¿Entonces va usted a construir sobre lo bueno que ya hay o a deconstruir para hacer lo suyo?
“Yo le decía al principio que la construcción estética es válida, pero la construcción estética debe ser el resultado de una construcción social, no es a la inversa. Podemos embellecer las ciudades, pero el sur de Barranquilla sigue en la miseria, no hay inversión social, no hay justicia social. Entonces primero se construye en dignidad y después se construye en estética. Ese es el verdadero orden regulatorio de una ciudadanía. Entonces para mi es importante la inversión social. Que la gente tenga acceso a esos mínimos vitales y a una dignidad. Después embellezcamos las ciudades.”
¿Ve usted a la con la fuerza necesaria al Pacto Histórico para dar la pelea en la pugna política que viene en el 2022?
“El Pacto Histórico tiene que ser necesariamente una revolución porque es una comunión de líderes, de feministas, de ciudadanos progresistas. Estamos en el mejor momento para generar la revolución desde la política. Es el final de una construcción desde la derecha, es el final de una construcción que le ha hecho daño al país. Llevamos 200 años gobernados por el mismo monopolio económico y de miseria ciudadana. Estamos en el momento adecuado para esa construcción y esa explosión ciudadana.”
¿Qué le dice usted a los que le rotulan a la izquierda como malos gobernantes?
“Esa es una gran pregunta. Es uno de los grandes obstáculos desde el punto de vista pedagógico. En la izquierda tenemos gente lo suficientemente preparada para organizar la ciudadanía. La izquierda democrática es una construcción que se hace desde el conocimiento. Esto no es que simplemente personas que nunca han tenido poder y que nunca han gobernado pasen a gobernar. Esto es la preparación de ciudadanos que viene de distintos sectores con el único propósito de servir. En mi caso soy un abogado penalista que nunca ha hecho política tradicional. Yo vengo a servir y a hacer política de la verdadera, no politiquería (que es corrupción), entonces mi conocimiento puesto al servicio de los instrumentos jurídicos serán fundamentales para la construcción ciudadana.
¿Qué mensaje final a los barranquilleros?
“Que voten con convicción. Convencidos que esto se cambia desde el corazón y se cambia construyendo desde una política al servicio de una ciudadanía y no al servicio de los interese personales.”