César Farías, técnico del Junior de Barranquilla, compareció ante los medios con un semblante sombrío. La caída 2-1 en casa ante Once Caldas no solo fracturó las aspiraciones del equipo rojiblanco de consolidarse como líder del Grupo B, sino que evidenció las carencias emocionales y estratégicas de su plantel en momentos clave del torneo.

“Hoy teníamos todo en la mano y lo terminamos perdiendo casi todo”, expresó el estratega venezolano, visiblemente afectado. El análisis de Farías fue claro: un primer tiempo dominado y con oportunidades para ampliar la ventaja, pero un segundo acto en el que el equipo se desmoronó, especialmente tras la expulsión de Nicolás Zalazar. “Es difícil quedar con 10 en este nivel. Con dos partidos a la semana, es casi lapidario”, agregó.

Farías no esquivó la autocrítica. Admitió que el equipo no supo manejar la presión ni los golpes anímicos que llegaron, como el penal fallado por Carlos Bacca y la posterior reacción del rival tras el empate. “Ellos supieron sufrir mejor que nosotros. Sacaron una pelota de la línea, aprovecharon nuestros errores defensivos, y se llevaron el partido”, detalló.

El técnico también señaló las bajas sensibles que enfrenta Junior y la necesidad de aprender a competir bajo las adversidades del campeonato. “Esto hay que aprenderlo a jugar cansado, con jugadores que resistan y sepan pegar cuando toca. Nosotros nos desesperamos y no defendimos como usualmente lo hacemos”, afirmó.

Pese a la frustración, Farías mantiene viva una leve esperanza. “No está todo perdido. La intención era buscar el resultado aun con 10 hombres, pero no nos puede volver a pasar si queremos ganar el próximo partido”, concluyó.

Ahora, Junior enfrenta un panorama complicado, sin margen de error y con la obligación de recuperar el terreno perdido para soñar con la final.