Durante su tiempo en el internado, esta joven atleta dedicaba aproximadamente una hora diaria para llegar al escenario deportivo, donde el levantamiento de pesas se convirtió en su disciplina principal. Este deporte no solo la desafiaba a nivel físico, sino también a nivel mental, ya que competía con sus compañeros para ver quién realizaba mejor los movimientos y quién levantaba más peso. El ambiente competitivo y la superación personal eran constantes en su vida deportiva.

Sin embargo, la verdadera pasión surgió de una manera inesperada. Un día, su entrenador de levantamiento de pesas no pudo asistir a los entrenamientos durante varias semanas. Esta ausencia llevó a que una parte del internado fuera acondicionada para practicar otro deporte: la lucha. Fue en ese momento que su vida cambió para siempre.

La lucha la cautivó de inmediato. Los juegos de calentamiento, los retos constantes y la adrenalina de cada combate la impulsaron a permanecer en este nuevo deporte. «La lucha me cautivó; los juegos de calentamiento y los constantes retos me impulsaron a permanecer en el deporte, por eso me gustó», expresó con entusiasmo.

Con el tiempo, la lucha se convirtió en su pasión, relegando el levantamiento de pesas a un segundo plano. Encontró en este deporte no solo un desafío físico, sino una forma de vida que le permitió crecer y desarrollarse como atleta. Su dedicación y amor por la lucha la llevaron a seguir entrenando con fervor, convirtiéndose en una competidora formidable. Este deporte, que al principio apareció casi por casualidad, se convirtió en el motor de su vida y en la razón por la que sigue adelante en su carrera deportiva.