La violencia volvió a golpear a los comerciantes del sur de Barranquilla. Alfredo Bueno Quiñones, de 57 años, propietario de la tienda “San Miguel”, fue víctima de un atentado a bala que, según las primeras versiones, estaría vinculado al presunto no pago de una cuota extorsiva exigida por bandas delincuenciales que operan en la zona.
El ataque ocurrió en horas de la tarde en la calle 47D con carrera 32, cuando un hombre ingresó al local simulando ser cliente. Pidió una gaseosa, pero segundos después desenfundó un arma de fuego y disparó contra el tendero. Vecinos, alarmados por las detonaciones, auxiliaron rápidamente a Bueno Quiñones y lo trasladaron a un centro asistencial, donde permanece bajo observación médica y fuera de peligro inmediato.
Residentes del sector aseguran que no es el primer hecho de este tipo en las últimas semanas. Comerciantes han denunciado ser víctimas de amenazas, cobros ilegales y atentados por parte de grupos que exigen pagos periódicos a cambio de “protección”. Muchos, por temor, callan o acceden a pagar; otros, como en este caso, se convierten en blanco de represalias.
“Cada día abrimos el negocio con miedo. Sabemos que si no pagamos, nos disparan o nos ponen una bomba”, relató un tendero vecino que pidió reservar su identidad.
La Policía Metropolitana de Barranquilla indicó que se inició un operativo para dar con el paradero del atacante. Las autoridades revisan grabaciones de cámaras cercanas y recogen testimonios que permitan esclarecer el caso. Sin embargo, la comunidad insiste en que la presencia policial es insuficiente y que las patrullas rara vez permanecen en el sector.
El atentado revive el debate sobre el impacto de la extorsión en la economía barrial y la seguridad ciudadana. Mientras no se desarticulen las redes criminales que la promueven, advierten líderes comunitarios, los comerciantes seguirán expuestos a un ciclo de miedo, pagos forzados y violencia.
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