La violencia volvió a sacudir al departamento del Magdalena este martes 20 de agosto, cuando dos personas fueron asesinadas en inmediaciones de la jurisdicción de Pivijay. Este hecho ocurre apenas seis días después de otro doble homicidio registrado el 14 de agosto en la misma zona, lo que refleja la preocupante escalada del conflicto armado que se vive en el territorio.

Lo más indignante para la comunidad fue que, tras el crimen, los familiares de las víctimas tuvieron que recoger los cuerpos en motocicletas y trasladarlos hasta el municipio de Fundación, Magdalena, ante la ausencia de las autoridades competentes. Según denunciaron los habitantes, las fuerzas del orden no hicieron presencia en el lugar por temor a la confrontación que se libra en la región.

Este abandono ha generado profundo malestar y temor entre la población, que siente que ha quedado atrapada entre el fuego cruzado de grupos armados ilegales sin respaldo del Estado. “Nos tocó sacar a nuestros seres queridos como si fueran cargas, porque nadie vino a levantar los cuerpos. Estamos solos en medio de la guerra”, expresó un allegado de las víctimas.

La reiteración de hechos violentos en menos de una semana evidencia la fragilidad de la seguridad en esta zona del Magdalena, donde las comunidades rurales denuncian constantes amenazas, asesinatos y desplazamientos forzados. A pesar de las quejas, el silencio oficial persiste y los habitantes aseguran que las autoridades evitan ingresar a las áreas más afectadas por miedo a enfrentamientos.

La tragedia deja una dolorosa reflexión: mientras la violencia se repite y la población queda desprotegida, son los propios familiares quienes deben cargar con el peso del duelo y con la responsabilidad de rescatar a sus muertos, en medio del abandono institucional.

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