El Junior de Barranquilla logró una victoria 2-0 sobre Atlético de Cali en el estadio Metropolitano, en el duelo de ida por los octavos de final de la Copa Colombia. Sin embargo, más allá del marcador, lo que quedó en evidencia fue un rendimiento irregular que no terminó de convencer ni a la afición ni a los analistas.

El triunfo se construyó gracias a la dupla Teófilo Gutiérrez – Javier Báez, responsables directos de los goles. El primero llegó en el minuto 51, cuando Teo colocó un balón preciso en la cabeza del defensor paraguayo, quien abrió el marcador. Ya en tiempo de adición, un tiro libre ejecutado por Gutiérrez se estrelló en el travesaño y el rebote lo aprovechó nuevamente Báez para sentenciar el 2-0.

Aunque el resultado es cómodo, el partido dejó muchas dudas. Junior mostró un fútbol espeso, sin claridad en el último cuarto de cancha y con evidentes dificultades para imponerse frente a un rival que milita en el torneo de ascenso. Atlético de Cali se plantó con orden y durante gran parte del primer tiempo logró incomodar a los rojiblancos, que apenas encontraron soluciones cuando el talento individual apareció.

El equipo de Alfredo Arias apeló a una nómina mixta, pero esa decisión no puede justificar la falta de contundencia ni la poca generación ofensiva. Incluso, las atajadas del portero visitante Miguel Suárez evitaron que la ventaja fuera mayor, dejando en evidencia la falta de eficacia de los delanteros rojiblancos.

Además, Junior sufrió la baja de Jhon Navia por lesión en la primera parte, lo que obligó a mover piezas en defensa. En ataque, jugadores como José Enamorado y Guillermo Paiva no estuvieron finos, lo que generó impaciencia en la tribuna.

Con la serie abierta, Junior tendrá que viajar al Pascual Guerrero el próximo 2 de septiembre para sellar su clasificación. El marcador le da aire, pero el nivel mostrado exige una reflexión: ganar es importante, pero convencer es indispensable para un equipo que se dice candidato.

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