Un terremoto de magnitud 6,2 sacudió las provincias chinas de Gansu y Qinghai el 18 de diciembre de 2023, causando al menos 118 muertos y 200 heridos. El epicentro se situó en la frontera entre las dos provincias, a una profundidad de 10 kilómetros.

Los equipos de rescate trabajan contra reloj para encontrar supervivientes, pero las bajas temperaturas, de hasta -14 grados centígrados, dificultan las tareas. Además, las regiones montañosas afectadas por el sismo dificultan el acceso a los equipos de rescate.

Hay al menos 20 personas desaparecidas y se teme que el número de víctimas aumente. El gobierno chino ha enviado suministros y equipos de rescate a la zona del desastre.

El terremoto ha causado daños materiales considerables, con 4.782 casas dañadas en la zona de Jishisan, en Gansu. También se han cortado el suministro de agua, comunicaciones y electricidad.

Se trata del movimiento telúrico más mortífero en China desde el sucedido en 2014 en la provincia de Yunnan, que dejó 617 fallecidos.

Las autoridades chinas han señalado que el terremoto causó una «significativa cifra de víctimas» por la escasa resistencia sísmica de los edificios de la zona. También han destacado que el terremoto se produjo por la noche, cuando muchas personas dormían y no tuvieron tiempo de refugiarse.

El gobierno chino ha prometido hacer todos los esfuerzos posibles para ayudar a las víctimas del terremoto.