Por Ramiro Cañas Guerra
Luis Amaranto Perea cruza el Niágara en bicicleta. Su puesto como entrenador del Junior tambalea. Anoche necesitaba sí o sí una victoria ante Caracas y la consiguió. Fue agónica y bipolar, pero victoria a fin de cuentas.
Junior suma dos victorias en seis partidos, esas victorias llegaron para Amaranto en el momento indicado. Una ante Millonarios luego de la caída ante Chicó, el último de la tabla; y esta, tras perder con Patriotas y empatar con Bucaramanga y jugando horrible.
Anoche un cabezazo de Willer Ditta en tiempo de reposición le dio oxígeno al DT y al equipo. Victoria vital para el semestre. No clasificar a la fase de grupos de la Libertadores significa un golpe económico para el club y motivacional para los jugadores. Aunque falta el duelo de vuelta, con los dos goles en Venezuela se dio un gran paso para lograr esa meta.
La primera parte del juego fue mas de lo mismo, Junior con el balón pero sin contundencia hasta que el rival lo castigó.
«Más allá de la poca eficacia que estamos teniendo, mejoró mucho el comportamiento del equipo y la intensidad, la agresividad con la que hoy fuimos a jugar»: anotó Amaranto Perea
El Junior volvió a ser bipolar, hasta el minuto 25 fue más colectiva e individualmente que su rival. Sintió el golpe mímico del gol venezolano, entonces le dio el ataque y las impresiones e inseguridades afloraron.
«Había que creer. En el entretiempo el mensaje fue seguir haciendo lo mismo. Tener mucho cuidado en la perdida de la pelota porque ellos son muy rápidos y contratacan bastante bien», dijo Amaranto.
Así fue, de alguna manera mantuvo la iniciativa aunque seguía desordenado y dejando algunos espacios que un equipo mas contundente le hubiera capitalizado.
Después apeló al ímpetu para ganarlo. De la mano de un Freddy Hinestroza que centa como con la mano, el ímpetu de Borja en el ataque y un cabezazo de Ditta, Amaranto se devolvió para Barranquilla entonando la estribillo del Binomio de oro
» Caracas, caracas, como me gusta esta ciudad…»