Barranquilla se alista para otra noche de eliminatorias, de esas que huelen a nervio, calor y esperanza. El Metropolitano, con sus gradas pintadas de amarillo, se prepara para recibir a una Colombia que quiere dar el golpe definitivo en su camino al Mundial de 2026 frente a Bolivia.

La Tricolor llega con 22 puntos en la tabla y el boleto casi sellado, pero con la presión de un país que sueña con ver a sus ídolos brillar. El ambiente no da tregua: desde la mañana, caravanas de hinchas han recorrido la ciudad, ondeando banderas, con parlantes a todo volumen y el grito unísono de “¡Vamos Colombia!”.

En la cancha, Néstor Lorenzo sabe que el desafío no será sencillo. Bolivia, herida pero orgullosa, llega con la intención de aguar la fiesta. La Verde, aunque sin grandes chances, no quiere ser convidada de piedra y promete pelear cada balón bajo el sofocante calor barranquillero, ese rival invisible que tanto pesa en el segundo tiempo.

El plan cafetero se centra en su tridente más querido: Luis Díaz como estandarte de velocidad y desequilibrio, James Rodríguez con su zurda de precisión quirúrgica y un Dayro Moreno que vuelve a escena como veterano de mil batallas. A ellos se suman jóvenes con hambre, dispuestos a escribir su nombre en la historia.

La estadística sonríe: Bolivia jamás le ha marcado un gol a Colombia en Barranquilla por eliminatorias. Pero más allá de los números, lo que se respira es ansiedad, porque el fútbol siempre guarda espacio para la sorpresa.

A las 6:30 p.m., el pitazo inicial abrirá un carnaval de fútbol en el Metropolitano. Allí, donde el sol cae de frente y la brisa no alcanza para enfriar los nervios, Colombia buscará convertir la fiesta en triunfo y el triunfo en Mundial.