El Metropolitano, que alguna vez fue un fortín rojiblanco, se convirtió este domingo en un escenario de frustración, enojo y resignación. Junior cayó 1-0 ante Medellín y, más que una derrota, vivió una noche que huele a eliminación. La tribuna, cansada, no perdonó. Y el grito fue uno solo: “¡Farías ya se va!”

El equipo tiburón se deshizo con errores propios y sin respuestas. Con dos hombres menos —uno por lesión y otro por expulsión—, sin gol, sin alma, sin plan. La jugada que definió el partido fue un símbolo del desorden: Fabián Ángel entregó mal, Brayan León recuperó y asistió a Hómer Martínez, quien definió con precisión y silenció las pocas voces de esperanza que quedaban.

Fue una noche de sombras. Carlos Bacca, referente, se lesionó antes de entrar. Déiber Caicedo salió golpeado sin poder ser reemplazado. Y ‘Titi’ Rodríguez cerró la debacle con una roja infantil. Las opciones de gol fueron contadas y malogradas, como el remate de Chará a quemarropa que Aguerre detuvo sin drama.

Mientras tanto, Medellín jugó con oficio y se llevó los tres puntos, para consolidarse como líder con 7 unidades. Junior, en el fondo de la tabla, apenas suma un punto y le quedan dos partidos fuera de casa. El margen es nulo. El ánimo, por el suelo.

Cuando el árbitro pitó el final, cayeron piedras desde la tribuna. No golpearon a Farías, pero sí lo sentenciaron. La gente no solo quiere cambios. Los exige.

El miércoles, en Medellín, puede confirmarse lo que ya muchos dan por hecho: Junior está fuera.

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