El Junior de Barranquilla se clasificó a semifinales tras empatar sin goles ante Cali. El juego lo sufrió más de la cuenta, pero demostró garra. Lo dejaron vivió y logró su tiquete.

A pesar del inicio dinámico, plagado de faltas y con escaso flujo de juego, las áreas permanecieron mayormente inactivas, salvo por un intento verdaderamente peligroso. La ausencia de José Enamorado y Déiber Caicedo dejó a Junior sin su habitual dinamismo. Johan Bocanegra, su reemplazo, no logró llenar el vacío dejado por Enamorado, mostrando nerviosismo y falta de control en el campo.

Por otro lado, aunque se esperaba mucho de ‘Cariaco’ González, su actuación se vio lastrada por la indecisión y el temor al contacto físico, evidenciando secuelas de una lesión previa. Con dos hombres clave deslucidos, Junior se vio obligado a depender de individuales esfuerzos de Yimmi Chará y Carlos Bacca, generando apenas tímidas aproximaciones al arco rival.

Deportivo Cali, tras resistir el embate inicial de Junior, logró algunas oportunidades gracias a Andrey Estupiñán y Juan José Córdoba. Sin embargo, el único momento verdaderamente peligroso fue un remate de Kelvin Osorio, bien desviado por el arquero Santiago Mele. En resumen, un primer tiempo careció de la emoción esperada y dejó a ambas aficiones con un sabor agridulce.
El complemento inició con un error de entrega de Vladimir, que generó peligro y el lucimiento de Germain Zidane Peña, casi en la línea de gol ahogó el grito azucarero.
Como si fuera el Cali quien necesitara el gol, se fue al ataque y en cada incursión metía miedo al Junior. A los 78, Didier Moreno se estrelló rodilla con rodilla con un oponente, quien se cayó en el área. Pero el juez no pitó penalti.
La sensación que dejó el juego del Junior fue la de administrar un empate. Ante la imposibilidad de generar peligro, se dedicó a defenderse.

Los minutos de reposición fueron con Junior manejando la pelota.