La derrota ante Bolivia no solo significó el adiós de Chile al Mundial 2026, sino también el fin del ciclo de Ricardo Gareca como entrenador de La Roja. El propio técnico argentino lo confirmó en una conferencia de prensa posterior al partido disputado en El Alto, donde, con voz serena pero evidente resignación, anunció su renuncia junto a todo su cuerpo técnico.
“Intentamos pelear hasta el final”, expresó Gareca, quien agradeció el respaldo recibido durante su corta etapa en el banco chileno. “Nunca fue un tema económico. Siempre me sentí contenido en Chile. A pesar de las diferencias, conté con el apoyo de todos”, agregó, descartando cualquier conflicto con la dirigencia.
Al interior del vestuario, el “Tigre” comunicó primero la decisión a sus jugadores. Su ciclo dejó un saldo negativo: 17 partidos dirigidos, con apenas 4 victorias, 4 empates y 9 derrotas, para un rendimiento del 31%.
Para muchos hinchas, Gareca no tuvo el tiempo ni el contexto adecuado para plasmar su idea. Otros opinan que el recambio generacional tardío y las lesiones de figuras clave limitaron su gestión desde el inicio.
En medio del dolor por la eliminación, el testimonio de Gareca deja entrever un entrenador que intentó sostener la ilusión en medio de la tormenta. Se va con discreción, sin escándalos, pero con la amarga sensación de una historia inconclusa.
Chile, una vez más, mira desde afuera la gran cita del fútbol. Y el técnico que alguna vez llevó a Perú a una hazaña mundialista, se despide esta vez con las manos vacías, pero sin perder la dignidad.