La labor valiente, determinada y sacrificada del Cuerpo de bomberos de Barranquilla en la emergencia que generó el incendio en la empresa Bravo Petroleum, no se desconoce. Los organismo de socorro permanecieron 58 horas combatiendo las llamas que consumieron 2 tanques de gasolina de avión en los que se quemaron 54 mil barriles.
Aunque el alcalde Jaime Pumarejo sacó pecho por haber apagado el incendio, uno de los mas grandes en la historia de Barranquilla, lo cierto es que el refuerzo que llegó de Santa Marta resultó determinante para apagar las llamas.
A la ciudad la agarraron ‘calzones abajo’. La espuma necesaria para apagar este tipo de incendio no la tenían en Barranquilla, una ciudad que invirtió en 2017 mas de 20 mil millones de pesos en 7 máquinas nuevas, y que dos años después invirtió $5.900 millones en dotación y en modernas estaciones, no contaba con el químico para hacerle frente de verdad a un incendio de estas magnitudes.
Entonces, tuvieron que llegar para apagar el incendio, Bomberos del Servicio de Extinción de Incendios Aeronáuticos del Aeropuerto de Santa Marta, y lo hicieron por solicitud del Gobierno Nacional, que en función de sus capacidades ordenó a la Aerocivil facilitar las máquinas para la atención del incendio, además la espuma fluoroproteinica (o espuma de incendios) fue suministrada por las empresas Monómeros, Pequiven y Ecopetrol, las cuales tienen los insumos para atender este tipo de sucesos.
Los bomberos recaudan el 3×1000 del impuesto predial (unos $800.000.000.000 que cobra la administración distrital) destinados para la compra de estos insumos, no para el pago de salarios ni de prestaciones sociales y mucho menos de uniformes que por ley les corresponde.
Tras la inversión que se hizo y el recaudo actual del cuerpo de bomberos, queda entonces la razonable inquietud ¿por qué no había espuma en el cuerpo de bomberos de Barranquilla?