La capital peruana vivió una noche de caos y tensión tras los fuertes enfrentamientos registrados entre manifestantes y fuerzas del orden durante la denominada Marcha Nacional, convocada por colectivos juveniles, sindicatos y organizaciones sociales. Las movilizaciones, que exigían mejoras en la seguridad ciudadana y cambios políticos profundos, se concentraron en el centro histórico de Lima, particularmente en las plazas San Martín y Dos de Mayo, donde los desmanes se salieron de control.

De acuerdo con reportes de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, las protestas dejaron al menos 24 heridos y seis detenidos, entre ellos un menor de edad. Los incidentes comenzaron cuando un grupo de encapuchados intentó romper el cerco policial que protegía el Congreso y la sede del Ejecutivo. En respuesta, los agentes antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos y realizaron detenciones para dispersar a la multitud.

Testigos relataron que varios manifestantes arrojaron piedras, palos y botellas contra la policía, mientras otros encendieron fogatas en calles aledañas. Además, se denunciaron agresiones a periodistas que cubrían los hechos y obstrucción a su labor informativa. Los disturbios se extendieron por más de tres horas, afectando el tránsito y el comercio en toda la zona céntrica.

El presidente interino José Jerí advirtió que el Gobierno “no permitirá que la violencia sea el camino” y ordenó reforzar los operativos de control. En tanto, organismos civiles cuestionaron el uso excesivo de la fuerza y exigieron respeto al derecho a la protesta pacífica.

Las manifestaciones se desarrollan en un contexto de creciente inseguridad y desconfianza institucional, que mantiene al Perú bajo estado de emergencia en varios distritos de Lima y el Callao.

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