Croacia culminó su participación mundialista en la tercera posición, un escalón por debajo que hace cuatro años, pero en definitiva un grato pasar por Catar que se hace extensivo a Marruecos, derrotada en sus dos últimos duelos en Qatar.

Marruecos escuchó  siete veces su himno nacional. Solo cuatro selecciones pueden presumir de eso  en un campeonato inolvidable para dos países que litigaron por una medalla de bronce más simbólica que valiosa.

La liturgia de un Mundial no es la misma que la de unos Juegos Olímpicos y quizás por ello, por el relativo valor que se otorga a la diferencia entre quedar tercero o cuarto, el partido fue más abierto y menos tenso que citas anteriores.

Hombres claves en Coracia como  Brozovic o Lovren se quedaron en la banca. En Marruecos, el emergente Ounahi se quedó guardado en el banquillo durante casi una hora. Marruecos, en realidad, llegó con el depósito en la reserva, con lesionados y golpeados en todas sus líneas, plantó cara, siempre orgullosa y digna. Pero cedió ante la solidez y la puntería croata.

El partido inició  con dos goles casi seguidos en cada portería. Croacia marcó en su primera llegada, una acción que resulta complicado imaginar que la fiereza defensiva de Marruecos hubiera permitido hace una semana: una falta frontal acabó con dos toques de cabeza de futbolistas croatas en el área defendida por Bono. El cotizado Gvardiol fue quien hizo diana, pero nada más sacar de centro empató otro central, Achraf Dari, también por vía área.

El segundo de Croacia fue un golazo. La puntería de Orsic selló una filigrana, un talento que suele mostrarse en el Dinamo de Zagreb y que, sin apenas minutos en la selección, dejó su huella con una rosca que valió el gol del triunfo para Croacia en los últimos instantes de la primera parte.

En el segundo tiempo el árbitro centra, un  catarí y, lo que es peor, toda la caterva de inoperantes del VAR, se quedaron con  un penalti de Amrabat a Gvardiol que pudo sentenciarlo todo antes de tiempo, antes de que Marruecos se lanzase mediante centros al área a por su última epopeya en Catar, un apasionado arreón que culminó con un testarazo sobre la hora de En-Nesyri que se quedó a centímetros de forzar una prórroga, pero que en definitiva fue el postrero retrato de un equipo inolvidable.