Una reciente actualización de ChatGPT que permite generar imágenes con estilo del icónico Studio Ghibli ha causado furor en redes sociales, incluidas las colombianas. Sin embargo, el entusiasmo por esta herramienta de inteligencia artificial (IA) vino acompañado de una alerta ambiental: en menos de una semana, se consumieron 216 millones de litros de agua a nivel global para sostener la infraestructura tecnológica que hace posible estas creaciones digitales.
Este dato reavivó el debate sobre la sostenibilidad digital, especialmente en países como Colombia, donde aún persisten desigualdades en el acceso a recursos hídricos. Según Javier Brenes, director de la Carrera de Inteligencia Artificial de la Universidad Internacional Universae (UIU), el alto consumo energético es una consecuencia lógica del funcionamiento de centros de datos que operan constantemente y requieren enfriamiento con grandes volúmenes de agua.
“Estos servidores generan calor y deben ser enfriados por torres que utilizan agua. Por eso, el impacto tiene dos aristas: el uso eléctrico y el hídrico”, explicó Brenes. Frente a este panorama, el experto instó a promover un uso más consciente de la tecnología, mediante modelos computacionales más eficientes y la adopción de fuentes de energía renovables para alimentar estos sistemas.
Además, destacó la importancia de la educación ciudadana para fomentar un uso responsable de la IA. “Entender cómo usamos los recursos es el primer paso para reducir nuestra huella digital”, señaló.
En Colombia, el auge de startups que implementan soluciones basadas en IA plantea la necesidad urgente de políticas públicas que regulen su impacto ambiental. Organizaciones ambientalistas y universidades han comenzado a exigir estrategias concretas que garanticen una transformación tecnológica alineada con la sostenibilidad.