En una noche sin grandes gestas, Millonarios se impuso al Junior con un marcador de 1-0 en Bogotá. El gol fue anotado por Beckam David Castro. El Tiburón mostró una presentación deslucida, padeciendo un eclipse futbolístico.
Los azules basaron su éxito en la disciplina y la ejecución de fundamentos esenciales: la presión constante, la precisión en los pases y una agresividad calculada en los enfrentamientos. Este enfoque resultó suficiente para superar a un Junior desordenado, vulnerable y carente de ímpetu.


Durante el primer tiempo, la estrategia de Junior resultó enigmática. Parecía que su plan se limitaba a aguardar un error por parte de Millonarios, sin ejercer una presión efectiva para provocarlo.

La falta de apoyo desde las bandas para el ataque y la escasa colaboración de los extremos en labores defensivas dejaron a Junior desconectado y sin fluidez en su juego.


En ocasiones, se observó a Junior avanzando en terreno rival, mientras Millonarios no incursionaba con fuerza en el área contraria, dando la impresión de que el equipo visitante tenía el control. Sin embargo, la sensación de inseguridad al momento de defender, la imprecisión en los pases, las decisiones especulativas con el balón y la soledad en el frente de ataque evidenciaron que el rendimiento de Junior distaba de ser óptimo.


En el segundo tiempo, Junior mostró mejoría, pero Reyes hizo cambios y el equipo decreció con la salida de Moreno y Cariaco.

El primer gol llegó a los 10 minutos; Beckam Castro remató a ras de césped con la derecha desde el centro del área. Junior se quedó con 10 jugadores tras la expulsión de Walmer Pacheco por una agresión que el VAR notificó al juez, y después del chequeo de video.


Este Junior pálido y enigmático en su juego quedó en el puesto 11. La ilusión de la clasificación la alimenta más la calculadora que el accionar del equipo.