Por : Ramiro Cañas Guerra
@raminews

Enviado Especial

Un abuelo corriendo despavorido con sus nietas. Las sirenas de la policía a todo volumen retumbaron más fuerte que el grito de gol. Unos fanáticos despojando de las vestiduras a los hinchas del equipo rival. Son escenas recurrentes esta semana en Barranquilla y Buenos Aires, en los partidos Junior vs Bucaramanga y de Independiente vs Universidad de Chile. La violencia volvió a manchar el espectáculo.

La violencia en el fútbol cruzó el continente, lo que refuerzan la impresión de peligro y aleja a las familias de los estadios, con el tiempo, van a acabar con la hinchada, si no hay niños que aprendan a querer los colores, a futuro se acabará la tradición de “en mi casa son hinchas de …”

En la otra orilla, aparece Atlanta, En el Truist Park, hogar de los Bravos, el béisbol se concibe como un espectáculo pensado para todos: niños, padres, abuelos y allegados. El show de la pelota caliente se anuncia como “menos pantallas y más tiempo en familia”, con varias piezas publicitarias y la imagen de un padre con su bebé entrando al estadio, lo reafirma.

Los organizadores permanecen pendientes de cada detalle. La seguridad es primordial. Desde el ingreso al ‘Batery Atlanta’, como se denomina la zona del estadio, hasta las amenidades como fuentes y espacios para que los niños realicen actividades recreativas dentro y fuera del estadio, transmiten un entorno sano y festivo.

Más allá del resultado deportivo (los Bravos marchan mal, aunque evidencia leve mejoría), lo relevante es pasar tiempo en familia, como dice la publicidad.

Hay aspectos estructurales de nuestras realidades sociales, la suramericana y la norteamericana, que afloran en la manera en la que se viven las pasiones por el fútbol y el beisbol, respectivamente. Para muchos en Suramerica el fútbol es la válvula de escape a la cruda realidad.

La pregunta pica en el área ¿cuándo aprendemos a comportarnos en los estadios de fútbol, para que resulte seguro disfrutar en Familia?
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